Déjame
contarte una historia….
Un hombre está sentado en la mesa de un restaurante y tras leer la carta, decide pedir una sopa que tiene muy buena pinta. El
camarero le sirve amablemente el plato y sigue con su trabajo.
Cuando vuelve a pasar cerca del cliente, éste le hace
un gesto para que se acerque a la mesa y al acercarse, le pide que pruebe la
sopa.
El camarero, sorprendido, le pregunta si la sopa no
está rica o no es de su gusto.
A lo que el cliente insiste y vuelve a pedirle que
pruebe la sopa.
En ese momento, el camarero se pone a pensar y se
imagina que el problema puede ser que la sopa está fría y no duda en
preguntárselo al comensal, en parte disculpándose y en parte preguntando.
El cliente, responde: “la sopa no está fría, ¿podría
probarla, por favor?”
El camarero desconcertado decide intentarlo una última
vez y le pide a su cliente que, por favor, le cuente qué le sucede a la sopa.
Si no está ni fría ni mala, ¿qué problema puede tener?
A lo que el hombre le responde que si quiere saber qué
le pasa a la sopa, solo tiene que probarla.
El camarero se da por vencido y accede a probarla. Se
sienta junto al caballero en la mesa y alcanza el plato.
Pero al ir a tomar la cuchara, echa la vista a un lado
y otro de la mesa y se da cuenta de que… no hay cuchara.
“Eso es lo que le pasa a la sopa, que no me la puedo
comer”.
¿Qué
te ha parecido la historia?
Me gusta retomar este pequeño relato de vez en cuando
porque creo que ofrece una lectura interesante.
Y es que muchas veces, y más en las relaciones, existe
un problema de comunicación.
A veces porque no expresamos claramente lo que queremos decir o porque hacemos suposiciones muy alejadas de la realidad.
Como cuando una persona del trabajo no te dice claramente
si una tarea está bien hecha y no tienes pistas de si debes mejorar o no.
O cuando tu pareja no te responde con la misma rapidez
que antes y solo te contesta que “no le pasa nada”.
¿La
cuestión?
Que en vez de llenar los huecos con las preguntas y
las respuestas adecuadas, hay quien prefiere no decir claramente lo que está
pasando.
Y finalmente, el mensaje nunca es lo suficientemente
claro.
Es algo que puede darse en cualquier tipo de relación,
ya sea personal, profesional, pero sobre todo puede evidenciarse en la relación
de pareja.
Y es algo que en mi opinión puede afectar con el
tiempo al vínculo romántico-afectivo-sexual que tienes hoy con tu pareja.
Lo bueno, es que cuando te das cuenta de ello, puedes
cambiar y reconducir la situación para que un problema de comunicación no vaya
siempre a más.
¿Cómo?
En mi opinión, lo mejor siempre es ser claro con lo
que queremos decirle a la otra persona.
Si quieres una Buena Relación o un Buen Amor con una
persona, pregunta cuando necesites respuestas y responde con claridad cuanto te
pregunten para no imaginar lo peor (cuando en realidad es todo mucho más
simple).
De hecho, me gustaría tratar las dudas sobre este punto
dentro de una sesión de terapia de pareja…
Ahora que es San Valentín, creo que es un tema
sobre el cual es interesante reflexionar.
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Te adelanto que no va a ser un encuentro solo para
tratar los problemas de pareja, sino para empezar a compartir
sentimientos y emociones en común, algo que les permitirá desahogarse
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Recibe un abrazo de mi parte.
Rayan Muepaz
Psicólogo y Formador 'RID’
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