miércoles, 25 de noviembre de 2020

BIPOLARIDAD, ¿QUÉ ES? Y ¿CÓMO AFECTA?

 

El término Bipolaridad hace referencia al diagnóstico de Trastorno Bipolar, descrito en los Manuales de Psiquiatría (DSM, CIE). Es un término que no debe ser utilizado banalmente para denominar cambios de humor repentinos.

¿Qué es?

El diagnóstico del trastorno bipolar debe realizarse con minuciosidad, ya que es una patología que afecta a cómo se siente, piensa y actúa un individuo. Su rasgo característico son los cambios exagerados en el estado de ánimo, pues, generalmente, una persona pasa por una fase maníaca y otra depresiva. Estos cambios se producen de manera cíclica, pasando por etapas de manía y depresión hasta el punto de dejar a la persona parcialmente incapacitada para ciertas cosas y/o con una calidad de vida seriamente comprometida.

Los usos irresponsables del término traen conflictos para el diagnóstico de los verdaderos casos de Bipolaridad

Hace medio siglo atrás, Sigmund Freud describió este cuadro, el cual denominó Psicosis Maníaco-depresiva, haciendo énfasis en las fluctuaciones entre estados de Manía y estados Melancólicos o depresivos. La asociación con el término Psicosis hoy es cuestionada, porque no todos los cuadros bipolares implican síntomas psicóticos.

En la actualidad, la bipolaridad es considerada como un Trastorno del Estado de ánimo, cuyo diagnóstico es fundamental para poder implementar un tratamiento adecuado.

¿Cómo afecta?

Como el mismo término lo indica, Bipolaridad, implica “Dos Polos”. Y esto aplicado al área emocional nos habla de fluctuación entre dos extremos:

1. Episodios maníacos, tales como:

- Energía desbordante, alegría, euforia

- Desinhibición, impulsividad, agresividad

- Ideas positivas, incluso irreales sobre el futuro y las posibilidades

- Sobreexcitación sexual, megalomanía, irritabilidad

- Delirios de grandeza, alucinaciones, etc

2. Episodios depresivos o melancólicos, tales como:

- Cansancio y fatiga

- Apatía, llanto y angustia excesiva

- Ideas negativas y catastróficas sobre el futuro de sí mismos y de su entorno

- Descuido de la higiene personal, trastornos de alimentación

- Conductas autodestructivas, ideas de muerte e intentos de suicidio, etc

Se describen dos tipos de Trastorno Bipolar:

El de Tipo I: Es la forma clásica de presentación. El paciente ha sufrido por lo menos un episodio maníaco y uno depresivo. En las fases maníacas pueden aparecer delirios de grandeza o místicos. Por ejemplo, creer que son enviados por una entidad divina o que tienen poderes sobrenaturales) y alucinaciones.

El de Tipo II: Se caracteriza por fases depresivas intensas, alternadas con fases hipomaníacas. No se presentan fases maníacas al modo de las presentes en el tipo I. Y los síntomas psicóticos, de aparecer, lo hacen en las fases depresivas. El funcionamiento del paciente suele permitirle sostener actividades y armar un proyecto de vida relativamente estable con el tratamiento adecuado.

También pueden presentarse fases mixtas, donde se combinan síntomas maníacos y depresivos de modo alternado y recurrente.

En síntesis:

El diagnóstico de Bipolaridad es esencial para poder iniciar un tratamiento cuanto antes que posibilite el equilibrio emocional.

Esta alternancia emocional entre extremos impide el sostenimiento de actividades y de procesos, por lo que la vida del paciente se vuelve desordenada y caótica con mucha facilidad.

Es fundamental el tratamiento con psicofármacos en este caso en particular, mediante estabilizadores del ánimo, ya que de otra manera las fluctuaciones se vuelven insostenibles, tanto para el paciente (aunque pueda no reconocerlo), como para su entorno familiar.

El diagnóstico muchas veces es erróneo, o no se establece prematuramente porque suele confundirse con depresión.

Por lo tanto, es fundamental registrar episodios maníacos o hipomaníacos que son determinantes para poder efectuar el diagnóstico correcto.

Rayan Muepaz

Psicólogo y Escritor

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viernes, 20 de noviembre de 2020

IMPULSIVIDAD (Dificultad para regular las emociones)

 

Cuando hablamos de impulsividad, nos referimos a la tendencia a reaccionar de forma precipitada o no meditada ante una situación externa sin pensar sobre las consecuencias a largo plazo. Es la puesta en marcha de conductas que son “impulsadas” por la emoción que sentimos en ese momento, lo que ocasiona una baja percepción de control de dichos impulsos.

Las personas impulsivas actúan antes de pensar, son poco reflexivas y toman decisiones precipitadas sin realizar una valoración sobre las consecuencias que puede acarrear. Suelen tener dificultades en sus relaciones interpersonales debido a sus reacciones emocionales (en el área social, laboral, familiar, de pareja, etc).

¿Qué es la impulsividad?

La palabra impulsividad deriva de impulso, y en su esencia contiene el término Pulsión, tan central dentro de la Teoría Psicoanalítica.

La Pulsión representa algo similar al instinto en el animal, pero con una impronta propia de la naturaleza humana. La pulsión es una fuerza que nos dirige (impulsa), hacia una dirección determinada. La pulsión implica el psiquismo y el lenguaje humanos, por eso no es comparable al mero instinto.

La impulsividad es la característica de aquellas personas que se dejan llevar por este impulso. Implica acciones abruptas o viscerales que no son filtradas por la conciencia. Por esto, las personas impulsivas actúan mayormente sin la intervención del raciocinio. Primero actúan y luego piensan.

Rasgos característicos de personas impulsivas

Las personas con rasgos impulsivos acostumbran a presentar una serie de características comunes:

- Actúan sin pensar.

- Dificultades o incapacidad para impedir su conducta.

- Les gusta vivir experiencias arriesgadas y siempre o casi siempre están en busca de este tipo de experiencias.

- Toleran muy poco el aburrimiento y la frustración.

- Son desorganizadas, no planifican sus actividades.

- Se olvidan de las cosas que deben hacer, como llegar a una hora concreta a un sitio determinado, suelen llegar tarde.

- Son poco constantes, les gusta cambiar de actividad frecuentemente.

- Actúan inapropiadamente, normalmente provocando problemas debido a sus actuaciones.

- Impacientes, por ejemplo, dificultad para respetar el turno para hablar.

- Disminución de la sensibilidad por las consecuencias negativas de la propia conducta.

- Inmediatez de las respuestas: reaccionan rápidamente ante los estímulos, son reacciones no planificadas, realizadas antes de que se complete el procesamiento de la información transmitida por dichos estímulos. Es decir, dan respuesta a los estímulos de manera inmediata, sin pensar.

- No se preocupan por las consecuencias de sus actos.

- Actos espontáneos, respuestas impulsivas.

Es pertinente distinguir entre actos impulsivos ocasionales, que muchas veces son recursos de espontaneidad y creatividad necesarios, a personalidades impulsivas en las que este es un rasgo constante, impidiendoles organizar y mantener cierta estabilidad en su vida.

La impulsividad está asociada a: la impaciencia, la baja tolerancia a la frustración, los cambios y la inconstancia, la agresividad, los olvidos y las dificultades en la organización, la impuntualidad, la creatividad, la espontaneidad, los riesgos, la no planificación, la inmediatez, entre otros.

La impulsividad es muchas veces la responsable de conductas adictivas y autodestructivas, es decir, el impulso no cuenta inicialmente con la capacidad analítica y reflexiva que permitirá evaluar las consecuencias de lo que se está haciendo.

Por ejemplo:

Deseo sexual compulsivo,

Adicción a internet

Compras compulsivas, etc

En síntesis:

Como vemos, la impulsividad se vincula con características tanto negativas como positivas, no siendo en sí misma una Patología. El grado en que esta tendencia se manifieste en el individuo será el que determine la gravedad o la necesidad de una consulta psicoterapéutica.

La esencia de la Impulsividad es la Reacción. Este término hace referencia a un tipo de conducta que es reactiva, es decir, que responde automáticamente al estímulo que la provoca.

La impulsividad como rasgo de personalidad puede traer dificultades para sostener vínculos con otros, gestar, sostener procesos y poder direccionar proyectos. Los cambios constantes y abruptos y la falta de planificación pueden dificultar la concreción de objetivos y el trayecto en consonancia con el propio deseo.

En estos casos se sugiere una consulta psicológica para poder trabajar en los aspectos particulares del sujeto y posibilitar, en el mejor de los casos, que este rasgo deje de ser un impedimento en su vida.

Si estás atravesando una situación difícil de sobrellevar, y buscas asesoría psicológica y apoyo profesional, te invito a ponerte en contacto conmigo (llámame o escríbeme). Recibirás atención personalizada y tratamientos a tu medida.

Consultas y tratamientos presenciales o telemáticos (telepsicología)

Recibe un abrazo de mi parte.

Psic. Rayan Muepaz

Fundador del Proyecto Nueva Psicología

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domingo, 15 de noviembre de 2020

DUELO, ¿QUÉ ES? y ¿CÓMO SOBRELLEVARLO?


La pérdida de un vínculo emocional con una persona, animal, objeto, proyecto o situación vital que se ha perdido o acabado, se conoce como duelo.

El duelo es una respuesta ante la pérdida o ruptura de cualquier lazo significativo para la persona, sea por el motivo que sea, puede llevar a una experiencia de duelo. Y este es un proceso adaptativo, esperable y no patológico, como proceso de adaptación a la nueva realidad que tenemos cuando sufrimos una pérdida emocional en nuestras vidas.

Apreciado lector, en este artículo hablaremos sobre el duelo, un proceso psicológico que se produce tras una pérdida, ausencia, muerte o abandono de alguien o algo con el cual se ha sostenido un vínculo emocional muy fuerte en el tiempo, comprendiendo el impacto que puede generar en la salud mental y emocional.

Proceso del duelo

Tomarse el tiempo de sobrellevar una pérdida es fundamental, dando lugar a sentimientos de tristeza y la sensación de deshago como un proceso saludable para reajustar las emociones, reestructurar los pensamientos y adoptar conductas adaptativas (resilientes y asertivas), las cuales permitan sobrellevar y superar el proceso de duelo.

Cuando esto, por diversos motivos no ocurre, muchas veces el proceso se interrumpe o se pospone, notando características de duelo no resuelto muchos años después.

Es importante hacer hincapié en que el duelo no solamente tiene relación con el fallecimiento de un ser querido, sino que hace referencia a todo tipo de pérdidas: de un empleo, de una relación, de un bien material significativo afectivamente, de un estado de salud previo propio o de un ser cercano, etc.

Ejemplos:

1. Mudarse de casa puede requerir de un leve proceso de duelo, ya que desde el aspecto emocional existen situaciones y recuerdos concretos que se han experimentado específicamente en aquel lugar.

2. Un cambio de etapa vital puede requerir un leve proceso de duelo por la etapa anterior, y así sucesivamente.

Si bien no en todos los casos hablamos de un duelo en sentido estricto, con la misma duración e intensidad. Sí se puede decir que todo proceso de pérdida, adaptativamente produce respuestas de angustia a las que hay que atender y darles lugar.

El duelo tiene distintas manifestaciones según la persona, pero algunos de los síntomas que se pueden observar son:

Sentimientos de ira, irritabilidad, angustia, tristeza, abatimiento, desesperanza.

confusión mental, dificultades en atención y concentración, alucinaciones, preocupación, pensamientos recurrentes.

Sensaciones físicas análogas a las de ansiedad o estrés.

Llanto, apatía, dificultades para dormir, entre otros

El proceso de duelo será más o menos intenso en función de la fortaleza de ese vínculo emocional, de las circunstancias vitales, de la forma de la pérdida y la personalidad del doliente.

Si este proceso se extiende indefinidamente, o posee una intensidad que no cede con el paso del tiempo, podemos estar frente a un Duelo Patológico.

El Duelo patológico en general se manifiesta frente al fallecimiento de alguien cercano, e implica:

Pensamientos recurrentes de culpa. autorreproches en relación al vínculo con la persona fallecida o la circunstancia de la muerte.

Ideas de muerte, suelen pensar que debían haber fallecido ellos en lugar de la persona fallecida.

Dificultad para desenvolverse correctamente en las tareas cotidianas.

Enlentecimiento motor y cognitivo que no cede con el tiempo.

Letargo y Apatía, sentimientos de inutilidad

Llanto, angustia.

Pensamientos obsesivos

Negación

Desplazamiento del afecto a otros objetos u asuntos nimios.

Si se está frente a un duelo de estas características, lo más recomendable es realizar una consulta psicológica. El duelo patológico puede desencadenar en Depresión si no se lo trata a tiempo.

¿Cómo sobrellevarlo?

Fundamentalmente la Terapia Psicológica ayudaría a sobrellevar el proceso de duelo, trabajando en las características específicas del sujeto que lo padece, ya que muchas veces son la razón central que impide que el duelo avance y se desarrolle con normalidad.

No obstante, existen personas que logran sobrellevar el duelo de manera natural y no patológica, todo dependerá de la personalidad, carácter y el contexto social del sujeto.

Si estás atravesando un proceso de duelo, y buscas asesoría psicológica y apoyo profesional, te invito a ponerte en contacto conmigo (llámame o escríbeme). Recibirás atención personalizada y tratamientos a tu medida.

Consultas y tratamientos presenciales o telemáticos (telepsicología)

Rayan Muepaz

Psicólogo y escritor

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martes, 10 de noviembre de 2020

¿POR QUÉ DEBO IR A TERAPIA? UNA DECISIÓN ACERTADA Y RESPONSABLE

La decisión de consultar con un psicólogo no es una tarea sencilla. Actualmente y, si bien se han superado grandes prejuicios respecto a las cuestiones de salud mental en general, aún hoy, siguen presentes algunos de ellos, dependiendo del contexto económico, social y cultural. 

Lamentablemente dichos prejuicios infundados, impiden que muchas personas que necesitan de un tratamiento terapéutico consulten con relativa rapidez, viéndose muchas veces dilatada la decisión, cuando los cuadros y síntomas están avanzados. 

Los Profesionales de la Salud Mental tenemos la responsabilidad de trabajar informando y concientizando para contrarrestar estos prejuicios, que, aunque ampliamente superados en varios países hispanos, aún persisten. 

La consulta con un psicólogo es una decisión que implica determinación y responsabilidad. La persona que está en condiciones de tomar esta decisión está dando un gran paso en el recorrido hacia su mejoría, ya que la mayoría de las veces resulta la más difícil de todas. 

Es importante, que, al decidirse iniciar una terapia psicológica, ser consciente de que el trabajo del psicólogo es acompañar al paciente en su propia búsqueda del bienestar integral, por lo tanto, el paciente debe estar abierto y dispuesto a profundizar, repensar, hablar sincerarse y sobre lo que le está ocurriendo. El nivel de progreso de un tratamiento está en gran parte determinado por el compromiso del paciente a trabajar los temas que realmente le preocupan. 

El psicólogo no es un “maestro”, NO está allí para enseñarle al paciente como estar mejor. 

Su rol es el de acompañar, facilitar, cuestionar y ayudar al paciente a confrontar su realidad y su posición frente a lo que le pasa. Y, en algunos casos, brindarle estrategias para posibilitar cambios. 

Estos procesos, dependiendo del tipo de terapia, llevan más o menos tiempo. Pero, incluso en las Terapias Breves, hay que tener paciencia, compromiso y continuidad para notar cambios. 

La terapia psicológica no es una “medicación” del tipo “la tomo y el dolor se pasa”, sino que es un proceso que implica enfrentarse con aspectos propios, con la concientización o visibilización, a veces dolorosa, pero que posibilita un cambio de posición más estable y duradero. 

Uno de los aspectos más importantes es el de elegir una modalidad de Terapia que sea afín con lo que buscamos. Conocer la orientación del Terapeuta es muy importante para poder decidir cuál es más afín a nosotros. Es un derecho del paciente conocer esta orientación y la información necesaria sobre las otras modalidades existentes para su tratamiento. 

Otro de los aspectos importantes es el encuentro de un profesional en particular con el cual sentir que aporta la escucha que se requiere y posibilita depositar la confianza necesaria para avanzar en el tratamiento. 

Esto a veces conlleva algunas sesiones, y muchas veces cambios de profesionales hasta dar con el adecuado. No todos los tipos de terapia son para todo el mundo, y no todos los Profesionales son los adecuados para tratar a todos los pacientes. Por eso, es importante que los profesionales sean éticos, informen o deriven, si consideran que ese tipo de problemática bien podría atenderla otro profesional o si observan que el vínculo terapéutico no está funcionando. 

Dicho esto, se considera que la consulta con un psicólogo es una decisión acertada y responsable, importante, y que da cuenta en sí misma de una búsqueda o de una motivación por estar mejor consigo mismo y ser mejor con los demás. 

Si estás atravesando situaciones difíciles de sobrellevar, y buscas asesoría psicológica y apoyo profesional, te invito a ponerte en contacto conmigo (llámame o escríbeme). Recibirás atención personalizada y tratamientos a tu medida.

Consultas y tratamientos presenciales o telemáticos (telepsicología)


Rayan Muepaz Psicólogo y Escritor dedicado a la Optimización Humana Integral; es decir, en la construcción de tu MEJOR VERSIÓN, potenciando las áreas más significativas del ser humano: 

1. ESPIRITUALIDAD, 

2. DINÁMICAS SOCIALES y 

3. PROSPERIDAD PERSONAL 

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jueves, 5 de noviembre de 2020

CIBERACOSO, ¿QUÉ ES? Y ¿CÓMO INTERVENIR?

 

Las nuevas tecnologías de la información y comunicación han provocado un fuerte impacto en la sociedad, generando un cambio en las formas de comunicación e interacción entre personas. Sin embargo, no todos adoptan un uso de adecuado de estas herramientas de comunicación; hay quienes las emplean para agredir a otros, especialmente a niños, como sucede con el fenómeno conocido como ciberacoso o acoso cibernético.

Apreciado lector. Este artículo abordará el ciberacoso, un tema de imperiosa necesidad en la sociedad de nuestros días, sobre todo en un contexto digital (virtual). Su relevancia, prevalencia y rápida proliferación, así como la gravedad de sus consecuencias en las personas que lo experimentan.

¿Qué es el ciberacoso?

El Ciberacoso es un término utilizado para nombrar el acoso virtual. Con el avance de la tecnología, cada vez con mayor frecuencia se presentan situaciones de este tipo, el mismo que puede implicar acoso a una persona o grupo de personas por medio de ataques personales o por medio de divulgación de información privada, confidencial o información dolosa.

El acoso vía plataformas digitales, específicamente por las redes sociales, lugares muy frecuentes donde se puede identificar este tipo de situaciones.

Existen elementos básicos para que estas conductas de acoso se lleven a cabo: conexión a la red, un acosador con un tipo de personalidad y una víctima.

Una de las razones por las cuales el ciberacoso es posible y se extiende con mucha intensidad, es por el escaso control que puede aplicarse en el uso de internet y las redes sociales dentro de los hogares.

La web permite la propagación y divulgación de información sin control, siendo sumamente difícil e incluso imposible muchas veces ubicar el accionar de quienes perpetúan este tipo de delitos.

Normalmente los episodios de ciberacoso suelen estar ligados a situaciones de acoso en la vida real.

Si nos referimos a las formas en las que se produce el ciberacoso, éstas se pueden producir de muy diversas formas:

Correos electrónicos, mensajes ofensivos o amenazantes.

Publicar blogs, comentarios, fotos o videos humillantes o desagradables en un perfil, una página web o en una sala de chat, entre otras redes sociales.

Suplantación de identidad a la hora de decir cosas ofensivas o desagradables, en un grupo de whatsapp, foro de mensajes, etc.

La agresión es repetida y no un hecho aislado, por lo que el envío aislado de mensajes poco agradables u ofensivos, no podría ser considerado como un caso de ciberacoso.

¿Qué Hacer?

Muchas víctimas de Ciberacoso temen o les produce vergüenza confesar lo que están sufriendo, otros pueden involucrarse en vínculos tóxicos sin siquiera saberlo

-Es importante estar atentos. En menores, el control exhaustivo del uso de la tecnología por parte del adulto, es fundamental. Los niños y jóvenes generan grupos virtuales en donde es muy frecuente acosar o agredir a uno o algunos de sus miembros, incluso como una prolongación del bullying llevado a cabo en las escuelas.

-Quedar atrapado en este tipo de dinámicas violentas puede traer consecuencias negativas desde el punto de vista psicológico. Por lo tanto, si se registra o se toma conocimiento de que alguien cercano está sufriendo Ciberacoso, la mejor forma de intervenir es dialogando sobre el tema y consultando con un profesional de la salud mental, un psicólogo que pueda trabajar evaluando y tratando si hay algún tipo de daño psicológico en juego.

-Los adultos deben regular y limitar los intercambios virtuales. Deben estar atentos a conductas de sumisión, tristeza o baja autoestima en sus hijos. Así como también detectar conductas agresivas, violentas, discriminatorias e impulsivas y consultar si esto se advierte como reiterativo.

Es responsabilidad de los padres atender a conductas violentas y abusivas en sus hijos, incluso aunque se adviertan levemente y también reflexionar sobre sus propias actitudes y modos de crianza, ya que frecuentemente tienen relación inmediata con aquéllas.

Conclusión

El salto al mundo digital y la internet están ocasionando un sinnúmero de cambios en los modos de vida, las costumbres y la forma de relacionarse entre seres humanos. Sin embargo, no todas las personas utilizan las herramientas de comunicación con buenas intenciones, ya que existen quienes las emplean para agredir a otras personas, una problemática que en la actualidad se conoce como ciberacoso o acoso cibernético. Un delito contemporáneo sin una legislación específica en muchos países, en el que un individuo emplea una serie de conductas dolosas para atacar, humillar o difamar a otro, utilizando las tecnologías de la información y comunicación, principalmente internet (chats, foros, correo electrónico, blogs, redes sociales entre otros).

Recibe un abrazo de mi parte.

Psic. Rayan Muepaz

Fundador del Proyecto Nueva Psicología 

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