martes, 30 de marzo de 2021

¿Y AHORA QUE HAGO?, ¿HACIA DÓNDE VA MI VIDA?

 

¿Alguna vez te has parado a pensar si llevas la vida que deseas? Muchas veces nuestro ritmo de vida no nos deja reflexionar sobre lo que hemos hecho, qué estamos haciendo y, lo más importante que nos gustaría realmente hacer. Puede que no tengas ningún objetivo o que sí los tengas, pero no lo puedas materializar.

Haya objetivos o no, siempre hay que tener uno general en mente para saber qué camino seguir.

Da igual la edad que tengas, la duda que surge entorno a qué dirección tomar, es un vacío que muchas personas lo experimentan, sobre todo a partir de la juventud.

¿Qué camino elijo?

Nadie te puede decir cuál es el mejor camino a escoger. De hecho, habrá más de un camino distinto que te lleve al mismo lugar, pero tienes que ser tú quién decida. Y como toda decisión, esta va acompañada de incertidumbre, y sobre todo de miedo. Pero tarde o temprano tienes que arriesgarte. No debes dejar que otras personas decidan el camino por ti, porque será señal de que NO es el camino correcto.

Lo primero que tienes que hacer es reflexionar, centrarte en lo que quieres hacer con tu vida.

Después, haz uso de la razón y encuentra aquellas cosas o situaciones que más amas hacer y siempre te destacas.

Debe existir un equilibrio entre aquello que queremos según nos expresan nuestras emociones y la manera de conseguirlo con el uso de la razón. Es necesario que analices si esos objetivos que te has propuesto son realistas y si puedes realmente alcanzarlos.

En caso de que no lo sean, caerás en la procrastinación. No es bueno proponerse un reto inalcanzable (al menos a corto o medio plazo) porque puede resultar agobiante y lo dejarás a un lado.

Además, debes tener en cuenta una planificación una vez sepas lo que quieres.

Un buen consejo es realizar sin excusas lo que hayas marcado en tu planificación para no perder el hilo y seguir siendo constante.

La motivación es fundamental para conseguir tus metas, no lo olvides.

¿Y ahora qué hago con mi vida?

Estas son algunas claves a las que recurrir cuando no sabes qué hacer con tu vida:

1. Reflexiona. Piensa en tu vida a largo plazo, por ejemplo, de aquí a 5 años. ¿Dónde te ves? ¿Qué te gustaría hacer? Anótalo en alguna parte para que con el tiempo puedas mirar atrás de manera objetiva.

2. Lee. Libros de psicología, superación, autoayuda te permitirán visualizar consejos, estrategias y herramientas para empezar.

3. Conecta con tu entorno, con quienes te rodean. Abre tu mente y tu corazón ante nuevas experiencias que te acabarán inspirando e impulsando a otros caminos u objetivos.

4. Participa en actividades relacionadas con el voluntariado. Es una buena manera de conocer personas que desprenden motivación y positividad. Además, descubrirás en ti otros rasgos más profundos.

5. Cumple tu pasión. Es el momento de hacer aquello que siempre has querido y para lo que nunca tuviste valor, normalmente por excusas como «ya no tengo edad para esto», «no tengo tiempo» o «qué van a pensar de mí».

6. Deja a un lado tus miedos. ¿Qué es lo que temes? Reconocer tus miedos es identificarlos, de modo que enfrentarte a ellos te devolverá la confianza en ti mismo. Es un buen paso para el crecimiento personal.

7. Sé valiente y toma acción. Si no haces nada te quedarás para siempre en tu zona de confort y tu vida no avanzar.

En síntesis:

Es normal experimentar sentimientos encontrados cuando no sabes qué hacer con tu vida. La angustia te devora porque te sientes al margen de una sociedad, que, a tu parecer, lo tiene todo claro, mientras tú no encuentras sentido a tu vida ni tienes propósitos.

Este sufrimiento irá desapareciendo según entres en acción. Pasar por una etapa de dudas es necesario para encontrarnos a nosotros mismos y aprender a escuchar nuestros sentimientos.

Recuerda que solo tus acciones te llevarán a la vida que deseas. Lo que urge es actuar para llegar a ese cambio que necesitas. El camino que escojas puede ser más largo o más corto, puede tener subidas y bajadas e incluso dar muchas vueltas, pero lo verdaderamente importante es que ya estás en ese proceso de cambio que te hará más feliz y te hará sentir autosuficiente y sobre todo te permitirá disfrutar de la vida.

El equipo de psicólogos online de Nueva Psicología te puede ayudar a encontrar tu propio camino, fortaleciendo tu seguridad, confianza y mejorar tu autoestima, para que poco a poco se aclaren tus ideas. 

Recibe un abrazo de mi parte.

Psic. Rayan Muepaz

Fundador del Proyecto Nueva Psicología

Contactos:

Sitio Web: https://rayanmuepazrm.wixsite.com/website

WhatsApp: https://wa.link/5ipio5



 

jueves, 25 de marzo de 2021

MITOMANÍA, ¿Por qué NO puedo dejar de Mentir?

 

La mitomanía es una adicción a la mentira y un verdadero problema para los que recurren a ella: los mitómanos o mentirosos patológicos mienten de manera constante y repetitiva con el objetivo de conseguir la atención y la admiración de los demás. Sin embargo, las mentiras te encierran en un círculo vicioso del que no se puede salir con facilidad.

Poco a poco recurres a la mentira con más frecuencia, para cualquier tema, sin sentido y sin una motivación determinada.

Mentir significa ocultar aquello que no te gusta y atribuir una pseudo autoestima de algo que NO ERES, ya que presentan una imagen de ti más llamativa. Cada vez que mienten, más sienten satisfacción y acaba siendo un comportamiento compulsivo. Les resulta más complicado decir la verdad que mentir. Crean otra realidad idealizada que consideran mejor y, aunque intentan subir su autoestima, lo que hacen es arrastrar aún más el problema que cargan. Una vez que entra en el mundo de las mentiras, ya no puedes escapar o quizá te resulte muy difícil.

¿RASGOS DEL MENTIROSO PATOLÓGICO?

Un mentiroso patológico responde al perfil de una persona insegura, con baja autoestima y miedo al rechazo. Por lo tanto:

No dice nunca la verdad, aunque mentir no le sirva para conseguir un objetivo o evitar un conflicto. Es mentir por mentir.

Inventa una vida y un perfil sobre sí mismo que no existe. Puede mentir sobre la edad, su profesión, su familia, sus experiencias personales, etc.

Intenta llamar la atención de los demás, sentirse superior e interesante y caer bien a todo el mundo, buscan desesperadamente sentir validación externa.

Se cree sus propias mentiras, cada vez que mienten pierden la noción de la realidad, creyendo que es verdad lo que dicen.

Al final, cuando hablamos de personas con este vacío emocional, hay que tener en cuenta que ya no solo esconden su vida, sino que se inventan aquella que les gustaría tener. Se trata de una estrategia para desmarcarse de la realidad y conseguir la aprobación de los demás.

CONSECUENCIAS DE LAS MENTIRAS

Si tienes un problema, lo mejor que puedes hacer es hacerle frente, no huir de él. Mentir compulsivamente tiene varias consecuencias:

El problema se esconde, pero no se soluciona, se agrava cada vez más. Cuanto más lo ocultes, más aumentará y terminará afectando tu mente y tu vida.

Mentir frecuentemente acabará convirtiéndose en una adicción.

Generar autoestima parece el mayor objetivo de las mentiras. En realidad, no aumenta, sino que solo se oculta aquello que no te gusta.

Tendrás problemas para adaptarte al mundo que te rodea: problemas familiares, problemas laborales, problemas de pareja, aislamiento social entre otros… Las mentiras acabarán siendo descubiertas, por lo que nadie te creerá cuando digas la verdad y será difícil que te relaciones con los demás.

¿QUÉ HACER?

Tendrás que evitar la mentira a toda cosa. Para ello, puedes probar estas estrategias:

Reflexiona. ¿Por qué mientes? Encuentra el origen del problema (falta de autoestima, necesidad de pertenencia, parecer simpático a todo el mundo…).

Haz un diario. Apuntar qué mentiras sueles utilizar más, a quién se lo dices, qué sientes, etc. puede ayudarte a comprobar qué nivel de problema tienes.

Controla tu impulso. Puedes probar diciendo que no quieres hablar de un tema antes de empezar a mentir.

Piensa si es necesario. ¿Qué ganas mintiendo en esta conversación? ¿Te beneficia de alguna forma? ¿Va a cambiar tu problema?

Rodéate de personas sinceras y con un estilo de vida similar. Quizás sea la manera de que empieces a actuar como ellas.

Comienza a decir la verdad poco a poco, es todo un proceso que requiere paciencia y disciplina.

Trabaja tu autoestima, es decir, trabaja en tus metas y objetivos personales, profesionales…

¿EXISTE UN TRATAMIENTO?

Lo idóneo es buscar ayuda de un profesional, en este caso de un psicólogo. Mediante un proceso terapéutico, te ayudará con tus problemas de autoestima, te hará darte cuenta de que no necesitas inventarte otra realidad y hará que te sientas a gusto con la vida que realmente tienes. Además, te proporcionará habilidades sociales y soluciones para que paso a paso puedas acercarte a la vida que anhelas tener.

Recibe un abrazo de mi parte.

Psic. Rayan Muepaz

Fundador del Proyecto Nueva Psicología

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sábado, 20 de marzo de 2021

CONSEJOS PRÁCTICOS PARA AUMENTAR EL DESEO SEXUAL EN PAREJA

 

Muchas parejas dan demasiada importancia a ese momento de intimidad y de conexión que les hace sentirse tan bien. Pero, ¿qué ocurre cuando no te sientes deseado o deseada? Una de las crisis más comunes en las parejas es la que deriva de la pérdida de pasión. Esto no significa que tu relación sea disfuncional o que esté próxima a terminarse, NO, pero si debemos buscar soluciones prácticas que permitan superar dichas situaciones.

Pasos para recuperar el deseo

Si sientes que tu pareja no te desea, lo que no debes hacer es guardar silencio y luchar contra ese sentimiento de frustración solo. Puede que tu pareja y tú no logren entenderse en la cama. Explícale cómo te sientes, cuáles son tus gustos sexuales y, por supuesto, pregunta también por los suyos.

Está bien que te expreses, pero hay que ceder el turno de palabra a la otra persona. Es importante que tu pareja también exprese sus sentimientos, porque es posible que esté enfrentándose a alguna situación complicada que provoque esa falta de deseo: Un problema familiar, estrés, un despido, etc.

Cabe la posibilidad de que tu pareja esté enfrentando a otros obstáculos de carácter sexual. Hay muchas personas que sufren problemas fisiológicos u otras frustraciones como la sequedad vaginal, el vaginismo, la eyaculación precoz y la disfunción eréctil. Son casos que, normalmente, dan vergüenza, pero el mejor remedio para superarlos es tratarlos con auténtica naturalidad.

¡Fuera complejos! No sentirte a gusto con tu cuerpo provoca inseguridad y es normal que tu pareja pueda sentirse incómoda al mantener relaciones.

Ten en cuenta las alteraciones hormonales. Las mujeres tienen cambios hormonales que disminuyen el deseo sexual, como ocurre con la menstruación, la menopausia y el embarazo.

Dale tiempo. No es el momento de presionar ni de criticar. De hecho, si tu pareja se siente presionada lo que conseguirás es que siga sin tener ganas de sexo.

Consejos prácticos para que vuelva el deseo

Estimula a tu pareja. No hace falta mantener relaciones sexuales porque sí. Pueden probar diferentes tipos de estimulación para que ambos se permitan disfrutar de cada encuentro y no hace falta tener sexo después. Olvídate de esa convicción errónea de que el sexo implica penetración.

Deja que tu pareja lleve la iniciativa, no lo hagas tú siempre.

La rutina aburre. Es algo que todos sabemos. Al llevar muchos años con tu pareja lo normal es que se creen rutinas y que nos olvidemos de lo emocionante que es la experimentación. Algunos consejos que pueden ayudarte son: tener citas como al principio de la relación para recuperar la magia perdida, practicar otras posturas e incluso incorporar juguetes sexuales.

Arreglar los problemas de pareja. El plano sexual se ve afectado si existen de por medio muchas discusiones, si hay celos o si hay infidelidades, etc.

Ten en cuenta que todos los sentimientos y emociones se van desgastando a lo largo del tiempo. Por eso es fundamental desmitificar esa pasión eterna que venden todas esas series y películas que vemos a diario en la televisión.

Si miras atrás, tu relación al principio no era como ahora y, aunque mantengan menos relaciones sexuales con tu pareja, lo verdaderamente importante es encontrar el balance entre el romance, la pasión y el encuentro sexual.

En el caso de los problemas fisiológicos, lo más adecuado es acudir a un médico y, en caso de los problemas psicológicos, lo correcto es acudir a un profesional que los ayude a dialogar, como son los psicólogos y los sexólogos. Una buena opción son las terapias de pareja.

Recibe un abrazo de mi parte.

Psic. Rayan Muepaz

Fundador del Proyecto Nueva Psicología

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lunes, 15 de marzo de 2021

¿CÓMO SOLUCIONAR LOS PROBLEMAS EN PAREJA?


Es normal que en una pareja haya discusiones de vez en cuando. Que dos personas se quieran no significa que sus emociones, sus aspiraciones y sus opiniones no puedan diferir, especialmente en el caso de las parejas que viven juntas y comparten gran parte de su tiempo. A veces los problemas de pareja no vienen provocados por grandes dramas, no todo es falta de confianza, celos e infidelidades. Muchas de las parejas, en realidad, discuten por multitud de detalles en apariencia insignificantes: olvidar un evento importante, falta de orden, cansancio, entre muchos otros.

Es normal que, en ocasiones, haya roces, malos entendidos, etc. Debido a que vivimos rodeados de estímulos estresantes, inmersos en multitud de obligaciones que muchas veces llegarán a nublar nuestra mente y nos impedirán reaccionar ante las adversidades como es debido. El primer paso para solucionar los problemas de pareja es, precisamente, percibir que hay un problema. De nada sirve negar lo obvio: si las peleas se hacen tan frecuentes que comienzan a protagonizar la vida de pareja y pierden el interés por la pareja y seguir dentro de la relación, entonces hay problemas que debéis solucionar.

Con la pandemia, cientos de parejas cayeron en la cuenta, al verse encerrados en casa, de que el paso del tiempo los había convertido en desconocidos y ya no encontraban satisfacción alguna en convivir juntos. Durante el confinamiento aumentaron los conflictos de pareja y algunos psicólogos aseguran que tuvo lugar una ola de rupturas sin precedentes, causada por los roces que surgían dentro de los hogares.

Hacks para superar los problemas en pareja

Practica la escucha activa

Una de las partes esenciales de una buena comunicación es la escucha, pero no sirve cualquier tipo de escucha, sino prestar atención a lo que se oye. Para que haya una buena comunicación con tu pareja, ambos deben escuchar al otro, y debéis hacerlo de manera activa: no basta con prestar atención, también tenéis que entender lo que dice el otro y reflexionar sobre ello.

Esto no solo te ayudará a resolver varios problemas de manera más efectiva, sino que les generará una mayor satisfacción al saber que el otro te presta atención y se preocupa por comprender lo que dices, lo que te preocupa y, en general, lo que sientes.

Expresa lo que sientes sin culpar a tu pareja

Quizás hayas notado que, cuando surgen los problemas, y especialmente cuando te encuentras en medio de una discusión en el que el enfado ciega tu capacidad de razonamiento, tiendes a centrar tu mensaje en las cosas que te molestan del otro. Aunque no es malo hablar de esas cosas que hace tu pareja y que te sacan de tus casillas, el fragor de la discusión no es un buen momento para hacerlo, puesto que tu pareja entenderá tu mensaje como un reproche o como un ataque e intentará repelerlo.

En su lugar, cuando algo te molesta debes intentar poner el foco del mensaje en el “yo”, es decir, en lugar de denunciar el comportamiento de tu pareja, hazle saber cómo te ha hecho sentir. Si sientes el impulso de decir “no te soporto cuando te pones a gritar”, di en su lugar “me gustaría que hablásemos las cosas de otra manera”. Así, en lugar de atacarle por su comportamiento, podrás hacerle entender cómo te sientes y será más fácil que comprenda las consecuencias de sus acciones.

Refuerza tu relación

Actúa con claridad y madurez

Comunícate de forma asertiva. Expresa cómo te sientes tú ante la situación y en qué te gustaría que cambiara. Evita poner etiquetas o adjetivos al otro y céntrate en cómo tú te sientes. Los reproches generan barreras, la expresión sincera de sentimientos y propuestas de mejora, tiende puentes.

Recuerda que cada persona percibe e interpreta la realidad de una forma. Por ello trata de comprender la visión de tu compañero e intenta explicarle la tuya. De esta forma se podrán resolver muchos malentendidos.

Sé claro contigo mismo y con la otra persona. Identifica cuál es el problema y en qué consistiría la solución al mismo. Si esta pasa por un cambio, comunícalo, pero si la única solución es la ruptura, sé igualmente claro. Ambos merecen sinceridad y felicidad, juntos o separados.

Recuerda que en Nueva Psicología estamos comprometidos con tu Mejora Integral y por ello contamos con un equipo de psicólogos que te pueden ayudar a través de terapias online, en el lugar y el momento que mejor te convenga.

Recibe un abrazo de mi parte.

Psic. Rayan Muepaz

Fundador del Proyecto Nueva Psicología

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miércoles, 10 de marzo de 2021

10 CLAVES PARA ABANDONAR LA RUTINA

 

La rutina es la serie de hábitos o de costumbres que se repiten de manera continuada durante un tiempo prolongado. La persona que lo sufre no introduce variaciones en su día a día, por lo que se acaba llegando al aburrimiento.

El aspecto positivo de la rutina se basa en la seguridad que transmite, alejada de errores o situaciones inesperadas. En cambio, innovar ya supone un riesgo.

Para salir de la rutina y ponerle un poco de emoción a tu vida (porque sí, también nos hace falta de eso para sentirnos bien) tienes que hacer varios cambios:

10 claves para abandonar la rutina

1.Reconocer que has caído en la rutina. Ya identificada, piensa en aquello que repites a diario y que te lleva a esa monotonía tan desesperante. ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Qué te motivó a ello?

2. Reflexiona sobre los cambios que puedes llevar a cabo. ¿Qué quieres? ¿Cómo lo vas a conseguir? De este modo te das cuenta de cuáles son esos aspectos repetitivos de tu rutina que te acercan o te alejan de tus objetivos.

3. Ten hábitos de vida saludables. La alimentación y las horas de sueño son fundamentales para nuestro bienestar, para nuestra salud mental y física. Practica ese deporte que te gusta, sin depender de la opinión de los demás: correr, pasear, leer, escribir, meditar, bailar, fitness, artes marciales, boxeo, etc.

4. Ordena tu tiempo y tu espacio. No puedes hacer de todo en cualquier momento y en cualquier lugar. Separar acciones y lugares es lo mejor para evitar ese sentimiento de continuidad que te persigue. Cada acción tiene su momento y su lugar. Por ejemplo, no desayunes en tu habitación, no estudies tumbado en la cama, limita las horas conectado a tu dispositivo móvil, televisión, etc.

5. Aprovecha tus momentos de ocio para hacer lo que te gusta. ¿Cuáles son tus hobbies? ¿Qué actividades te llaman la atención? Tu tiempo libre es fundamental para desconectar con las situaciones externas y conectar con tu interior.

6. Establece nuevos objetivos y planifícalos. Piensa en algo que te resulte motivador y te aleje de la rutina: practicar deporte, aprender a bailar o a tocar un instrumento, hacer viajes… No olvides que esas metas tienen que ser realistas, es decir, alcanzables. Puedes empezar a correr, pero sería imposible que acudieras a correr una maratón. En cuanto a planificarlos, lo mejor es que establezcas una meta concreta y los mini objetivos que te ayudarán a cumplirla a corto plazo, dando así pequeños pasos (pero firmes) que te aproximen poco a poco al objetivo principal. Aun así, el deporte también puede convertirse en rutina, por lo que es fundamental crear un reto o un desafío.

7. No sirve de nada hacer planes si no te vas a comprometer. Por esta razón, no vale rendirse si en el camino aparece alguna dificultad. Debes resolver cada obstáculo, aunque sepas que te costará esfuerzo hacerlo. Los cambios no llegan solos, el proceso te permitirá crecer.

8. Relaciónate con nuevas personas y abre tu mente ante nuevas experiencias. Conocer gente te hará aprender de ellos y conocerás otras perspectivas de vida. Es necesario tener amistades, hablar con otras personas, abrir la mente, escuchar, aprender de otros, inspirarnos, sobre todo busquemos relacionarnos con personas valiosas.

9. Introduce pequeñas modificaciones en tu entorno, ya sea redecorando tu casa, cambiándote de ropa (no lleves lo mismo en tu tiempo libre que en tu trabajo) o probando otros estilos de música en función de tu estado de ánimo, etc.

10. Improvisa y sal de la zona de confort. Planificarte está muy bien, pero hay un cierto espacio que puedes dejar solo para la improvisación, de forma que puedes hacer lo que te apetezca en el momento que surja. Otra opción es explorar más allá de lo que conoces, como visitar un país con una cultura diferente o hacer una actividad que nunca se te había pasado por la cabeza. Y, sí, esto implica superar tus miedos a lo nuevo, a lo diferente.

En síntesis:

Acabar con la apatía y la pereza no es sencillo ni imposible. Lo que está claro es que, para vencer esos sentimientos, sentirnos apoyados es fundamental. Necesitas comprensión, no desprecios y críticas que te desmotiven aún más.

Debes comprender que tiene que existir equilibrio entre mente y cuerpo para hallar esa energía que te ayude a recobrar el ánimo.

También es importante recordar que detrás de la pereza, la apatía y la falta de interés pueden existir enfermedades como el hipotiroidismo y la fibromialgia y trastornos psicológicos como la depresión.

Recibe un abrazo de mi parte.

Psic. Rayan Muepaz

Fundador del Proyecto Nueva Psicología

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viernes, 5 de marzo de 2021

CONFLICTOS FAMILIARES, ¿Cuáles son y Cómo gestionarlos?

 

No estar de acuerdo en todo es normal en cualquier tipo de familia (convencionales, monoparentales…). En algunos casos son situaciones fáciles de reconocer, pero en el momento en el que dejan de ser altibajos puntuales y vayan a más, se necesitan habilidades para afrontarlos. Si no se tratan adecuadamente, los problemas pueden volverse mucho más graves y acarrear consecuencias a nivel emocional como preocupaciones o frustraciones desmesuradas.

Hay que partir de la base de que cualquier conflicto se puede solucionar con comunicación. De hecho, muchos de esos problemas con familiares son causados porque esa comunicación no existe.

Toda crisis familiar requiere cooperación entre todos los integrantes.

El origen de los conflictos familiares

Los conflictos pueden derivar de problemas de adaptación a los cambios (a veces la muerte de un ser querido, una mudanza, un divorcio o la llegada de un hermano son cuestiones que no logran aceptarse con facilidad) o de malos hábitos que se toman por costumbre afectan al comportamiento y dificultan el diálogo.

Las relaciones interpersonales son las grandes afectadas de los conflictos familiares. Por esta razón, no tienes que ver los conflictos solo como un problema, sino también como una oportunidad de aprender de los errores y mejorar las relaciones en familia.

Existen muchos tipos de conflictos y pueden ser clasificados de la siguiente manera:

Dependiendo del tipo de relación entre los familiares existen problemas de hermanos, de padres e hijos, de matrimonio o de pareja o incluso entre familiares externos (tíos, abuelos, primos, etc).

En función de la gravedad del conflicto. No es lo mismo tener discusiones leves (por ejemplo, basadas en reproches o pequeñas broncas) que discusiones graves que hacen tambalear la unidad de la familia (maltrato, violencia de género, infidelidades, etc.).

Dependiendo de cuál sea la raíz del problema, por lo que existen razones muy variadas que originan los conflictos.

Los conflictos familiares más frecuentes

En la convivencia surgen muchos conflictos, sobre todo porque reinan diferencias generacionales, ideológicas o incluso de valores. Algunos de los conflictos más frecuentes son:

El ciclo vital. Se trata de un factor que influye mucho en las relaciones de la familia, ya que hay edades y momentos concretos que, inevitablemente, llaman al conflicto. Es el claro ejemplo de la adolescencia (entre los 12 y 18 años). Los hijos sufren una etapa llena de cambios, sobre todo en la actitud. Por eso los conflictos entre padres e hijos son tan comunes. También se dan conflictos en la etapa infantil en torno al desarrollo de los hijos, de su autonomía y de la orientación que crees que es mejor para ellos.

Las pérdidas. El fallecimiento de un miembro de la familia o de otra persona muy querida puede suponer un impacto muy grave y fuerte. En muchas ocasiones, quienes sufren la pérdida caen en la ira y en la frustración, lo que hace que haya conflictos familiares frecuentemente. Pero cuando se habla de pérdidas no es necesario hablar de muerte. Puedes perder un negocio, el trabajo o hasta una simple oportunidad. Lo que hay que tener en cuenta es que cualquier impacto necesita un tiempo determinado de duelo que depende de la persona para ser procesado y después superado. Nadie es capaz de superar algo que le afecta de manera inmediata.

Problemas sin resolver del pasado. El error más común es que esos conflictos familiares que hayas tenido y que aún no se han resuelto se conviertan en una tensión o resentimiento latente. Esto genera, a su vez, recelo, mal humor, hostilidad, desconfianza… Normalmente, todos los problemas tienen solución, pero, aunque no la tengan, el procedimiento a seguir es el mismo: como no se puede pasar página sin más, basta con una reflexión sobre lo que ha ocurrido y un encuentro para dejar las cosas claras a través de una comunicación sincera.

Confusión de roles. Los conflictos son normales cuando no existe una distinción de los roles que debe cumplir cada miembro de la familia, cuando no se sabe cuál es el papel que cada uno debe desempeñar y se da la tiranía. Es la razón por la que se dan casos de padres que piden consejos a hijos o hijos que dan órdenes a sus padres. Hay que estructurar la familia en función de unos roles y de una «autoridad» para que haya un vínculo sano en la familia y no tengan lugar confusiones, malentendidos, injusticias, etc.

Las enfermedades. Si alguien de tu familia sufre una enfermedad, se generan muchos conflictos, sobre todo cuando se trata de una patología grave que implica asistencia continua (atención, dedicación, esfuerzo y tiempo). Por medio de un diálogo claro, deben dejarse unas tareas y responsabilidades distribuidas equitativamente para que la persona enferma sea atendida con calidad. Si no es así, que no te extrañe que en tu hogar reinen los conflictos derivados del “tú no te preocupas de nada”, “yo hago más”…, cuando un ser querido sufre de salud, nuestro estado de ánimo decae y son esos sentimientos de tristeza y de preocupación los que generan una tensión que deriva en el conflicto.

Diferencias en la atención. Cada miembro de la familia ocupa un lugar en ella. Una atención dispar solo logrará que haya conflictos familiares porque se ha creado una estructura basada en la injusticia y la discriminación. La voluntad de justicia tiene que existir. No todos los integrantes de la familia serán buenos en los estudios o conseguirán trabajo rápidamente. Que haya diferencias no es excusa para que no haya amor o aceptación. Este tipo de conflicto se da en hermanos, por lo que se crean envidias, celos y resentimiento. Otro ejemplo de peleas teniendo en cuenta el principio básico de desigualdad es la gestión de tareas cotidianas en el hogar.

La agresividad y las faltas de respeto. Son dos factores que aumentan la posibilidad de tener conflictos familiares. No se deben aceptar. Aunque la agresividad, la rabia y los gritos pueden ser normales en ciertas situaciones, el problema llega cuando este patrón de comportamiento se repite continuamente. Cortar la agresividad las faltas de respeto de raíz es lo mejor para que el desenlace sea una ruptura de los vínculos familiares. ¡Recuerda! Si quieres que tu familia funcione correctamente, las faltas de respeto no se pueden consentir, porque además de las rupturas de las relaciones familiares se pueden generar otros daños a nivel emocional. Muchas veces las conductas inadecuadas e impulsivas se deben al consumo de sustancias, pero no siempre es la regla.

La pareja o matrimonio. Los problemas de pareja o de matrimonio son comunes en cualquier etapa de la relación, incluso en el comienzo. Las infidelidades, la toma de decisiones (por ejemplo, la de formar una familia), la falta de libertad o de autonomía de uno de los miembros de la pareja generan conflictos, por lo que se debe recurrir al diálogo para que la relación no se desgaste. Lo más común es que haya problemas de comunicación (como reproches, insultos, gritos, malas expresiones…). Debes ponerte manos a la obra para solucionar esa falta de comunicación y de capacidad de resolución de problemas y así evitar tratar de cambiar la forma de ser de tu pareja. No dudes en acudir a terapia de pareja para mejorar la comunicación y establecer los límites necesarios para que ambas partes se sientan cómodas.

El dinero. Los problemas a nivel económico nunca fallan en el clima familiar. Aunque parezca cosa de adultos, los hijos también son involucrados sin querer debido a sus actividades que realizan (deportes, clases, actividades particulares…). La falta de recursos económicos provoca tensiones y dificultades, ya que el dinero está presente en la mayoría de toma de decisiones. Otro caso grave que ocurre es que, en esas decisiones, el integrante de la pareja que gana más dinero cree que es el que tiene más “poder”. Tal convencimiento puede dar lugar al abuso y al maltrato. El poder de decisión siempre tiene que ser un acuerdo mutuo.

Factores externos, tales como problemas en el trabajo, problemas en colegio, son conflictos que pueden hacer que traslades tus emociones negativas al hogar y ocasiones conflictos también en él.

¿Qué se puede hacer ante los conflictos familiares?

Los consejos varían en función del tipo de problema familiar que atravieses, aunque en todos ellos son aplicables la paciencia, la comunicación asertiva y la inteligencia emocional.

1. Si tu conflicto es entre hermanos, las peleas deben reducirse intentando establecer un ambiente agradable en el que sea posible expresar sin miedo los sentimientos y pensamientos y siempre evitando la agresividad y la pasividad.

2. Si se trata de un problema de pareja, es fundamental trabajar en las dinámicas sociales. No olvides que tus conflictos de pareja no tienen que involucrar e intoxicar a terceras personas. Si las discusiones son por tener hijos o no, una buena recomendación es que pruebes a convivir en pareja antes de intentar formar una familia.

3. En caso de que el conflicto derive de la salud de un familiar, lo mejor es que las necesidades de esa persona enferma sean cubiertas por más de una persona.

Por lo tanto, para gestionar los conflictos independientemente de su naturaleza y gravedad, siempre se pueden aplicar estos pasos:

En primer lugar, escucha. ¿Cómo pretendes poner fin a un problema si no escuchas (y, por tanto, no entiendes) lo que piensa y cómo se siente el otro familiar? Debes poner en práctica una escucha activa por la cual atiendas con total atención a lo que la otra persona intenta transmitir para asegurarte de que le entiendas a la perfección y para que se sienta entendido.

En segundo lugar, habla con ese miembro de la familia. La comunicación asertiva se basa en hablar con total naturalidad de cómo os sentís sin herir las emociones del otro. Es un paso más importante de lo que crees para solucionar conflictos familiares. Aun así, vigila tu manera de hablar. El lenguaje debe ser lo más cuidado posible. Las expresiones correctas son las que te asegurarán una buena comunicación. Para expresar tus sentimientos adecuadamente debes dejar, además, los reproches a un lado. También es necesario plantear soluciones a esos problemas que son los causantes de la crisis que atraviesan y, por último, todos los implicados tienen que intervenir. Se acabó el quitarse la palabra y el priorizar solo algunas de las partes implicadas. Todas y cada una de ellas tienen el derecho y la obligación de intervenir.

En tercer lugar, participa. La familia nunca dejará de ser un punto de apoyo cuando lo necesites, por lo tanto, es necesario que participes en la solución de los posibles problemas que ocurran para que todo se resuelva cuanto antes.

En último lugar, no te olvides de mostrar afecto. En este cuarto paso es imprescindible que el afecto y el cariño estén presentes en las situaciones de conflicto, ya que es un buen método para rebajar los niveles de tensión y de nerviosismo. Recuerda que nunca debes olvidar decirle a tu familia (padres, hermanos, abuelos…) lo mucho que te importan. Esto reforzará los vínculos afectivos.

A estos consejos hay que aplicarles un lugar y momento correctos, es decir, no es adecuado discutir en cualquier lugar y en cualquier momento. Hay que tener en cuenta el factor emocional. A veces lo mejor es posponer la discusión para cuando te encuentres más calmado y el contexto ayude a facilitar el diálogo.

Si sientes que tu familia y tú no son capaces de resolver sus conflictos, lo mejor es acudir a un psicólogo que os ayudará mediante terapia familiar. Este tipo de terapia se centra en buscar soluciones a los problemas que existen en la familia entre los diferentes miembros, de forma que aprenderás a fomentar la comunicación, a mejorar el manejo de las emociones, a aumentar el respeto, a expresar nuestras necesidades y deseos y, lo más importante, a cuidar la integridad personal de cada miembro.

Recibe un abrazo de mi parte.

Psic. Rayan Muepaz

Fundador del Proyecto Nueva Psicología

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