Alguna vez te has preguntado si la forma o las
acciones que realizas en función de educar a tus hijos, son verdaderamente
las más efectivas para potenciar sus etapas de crecimiento y desarrollo, en
especial para fortalecer su personalidad
(identidad, seguridad y confianza); ya sea que seas padre o madre o estés
planificado tener uno, debes empezar a replantearte aquellas concepciones
que posees acerca de cómo formar a los hijos, si lo que buscas es
encaminarlos hacia la realización personal.
Sin embargo, en el mundo actual, la sociedad enfrenta
muchos y variados problemas, realmente estamos viviendo épocas muy complejas,
donde en su gran mayoría las personas viven sumergidos en la incertidumbre y
desesperanza, limitando el desarrollo integral de los seres humanos.
Aunque la realidad social es adversa para la mayoría de
personas y afecta directamente al núcleo familiar, la relación de pareja, y
con ello en la formación de los hijos. Los padres deben aprender a reconocer
aquella realidad y buscar acciones concretas que permitan en lo posible
transformar la realidad de sus hijos, como representantes del legado
evolutivo y filial de los seres humanos.
Para contribuir en la felicidad y realización plena de los hijos, deben guiarlos en sus distintas etapas de crecimiento y
desarrollo, para formar hijos dispuestos a satisfacer sus distintas necesidades
biológicas, psicológicas y sociales.
Es importante reconocer que no nacimos sabiendo ser
padres, y que nuestros padres hicieron lo que pudieron en su tiempo, sin
embargo, es algo que hoy podemos cambiar y aprender que uno de los roles más
importantes de nuestra vida, es Ser Padres
Formadores, es nuestro deber hacerlo, lo mejor posible.
Sin más, exploremos aquellas acciones que nos
permitirán formar hijos triunfadores en base a la estimulación cognitiva y
emocional, formando una personalidad (pensamientos,
emociones y conductas) sana y constructiva.
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3 claves de los padres formadores
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infantil, neurociencias (neuropsicología y neuroeducación), y ramas afines al
estudio del cerebro, la mente y la conducta humana establecen nuevos modelos de formación,
educación y aprendizaje para el desarrollo pleno de los hijos, donde los padres son los principales
responsables de darles las herramientas necesarias que les sirvan como
habilidades para afrontar con éxito la vida.
A continuación las 3 claves que te permitirán
convertirte en un padre formador, este método parte desde un análisis integral
de los denominados 3 septenios: primer septenio de 0 a 7 años, segundo septenio
de 7 a 14 años y el tercer septenio que comprende de los 14 a los 21 años aproximadamente,
comprendiendose como etapas fundamentales en la formación integral del ser
humano, y su posterior desarrollo como adulto con habilidades necesarias para
afrontar y superar con éxito cualquier problema o situaciones adversas presentes
en la vida.
Cada septenio está compuesto de 4 fundamentos que permiten
formar un Yo real, permitiendo desarrollar una personalidad sana y constructiva,
asociadas a satisfacer las necesidades básicas de los hijos: Seguridad (familia, hogar, amor,
afecto y salud) y Reconocimiento (pensamiento/
sistema de creencias, identidad, autoestima, emociones, principios y valores)
Primer
Septenio
Definitivamente la etapa más importante de la vida es
la primera infancia (0 a 7 años), es allí donde los padres debemos comprometernos
en brindar las condiciones necesarias para que los hijos puedan formar su
personalidad subconsciente, por lo que es muy importante formarlos: desde que se
les dice, que ven, que escuchan, cómo perciben la realidad, etc; es decir, en
mayor medida la plena satisfacción de la misma, permitirá que las etapas
posteriores sean menos complejas de sobrellevar.
Fundamentos
del primer septenio:
Confianza
(Confianza básica)
En este periodo, el neonato (recién nacido) requiere
mucha protección, atención, cuidado y
sobre todo demasiado afecto por parte de sus progenitores, y no necesariamente tiene
que ser la madre quien cumpla con dicho rol; no obstante, las mujeres se
encuentran programadas biológica y evolutivamente con el instinto de protección
y crianza de los hijos, y condicionadas histórica y culturalmente en base a
la afectividad y a la expresión libre de
las emociones; es decir, el instinto de crianza de los hijos es mucho más
acentuado en las mujeres que en los hombres; sin embargo, es fundamental que el recién nacido reciba toda la protección, atención,
cuidado y afecto, en la misma medida e intensidad por parte de ambos progenitores,
lo cual estimulará la confianza básica para su posterior desarrollo.
Pasión
(Exploración)
En esta etapa los niños experimentan su entorno por
medio de sus sentidos; es decir, sus sentidos se agudizan como una fuerza
interior que los moviliza a conocer y explorar su Yo en interacción con el
medio y espacio en el que se encuentran.
Este deseo imperioso por conocer y explorar,
desarrolla trascendentalmente su inteligencia, dado que el interés del niño por
aprender sobre el mundo y con ello adaptarse al mismo permitirá estimular el crecimiento social y emocional.
Cuando un niño sabe que puede explorar su ambiente y regresar con sus
padres cuando necesita ayuda, le hace sentir seguro y confiado; también estimula el crecimiento físico. Los
niños deben moverse en su alrededor para aprender sobre su mundo, optimizando
su desarrollo psicomotor: sentidos, lenguaje y de la relación con el entorno, también desarrollan coordinación en los músculos grandes usados para caminar,
correr, subir, y saltar.
Aunque esta etapa puede resultar difícil para los
padres, deben comprender que es un proceso natural del crecimiento de los
hijos, lo cual corresponde en lo posible brindar las condiciones necesarias y favorables, y el respectivo acompañamiento para fortalecer y no limitar su desarrollo.
Valía
(Definición)
Esta es la etapa donde el niño mediante el lenguaje
busca un significado para sí mismo y para todo lo presente en su interacción con
la realidad, identificándose suficiente para realizar actividades sin la ayuda
de los adultos, pero lo más crucial de esta etapa es que los hijos empiezan a
reconocer los patrones de comportamientos de sus padres (en base a la relación
padre-hijo) y a su vez tratan de imitarlos, auto definiéndose en base al valor
que posee dentro del hogar y con respecto a sus padres.
Conexión
(Relación)
Esta es la última etapa del primer septenio o primera
infancia, en donde la relación con las personas que habitan en su entorno, son
la base principal para saber relacionarse con diversos grupos etarios, y en
especial con niños de su misma edad; también se puede evidenciar el despertar
sexual y con ello la moral, identificándose en mayor medida con el padre del
mismo sexo.
Segundo
Septenio
Esta es la segunda etapa que comprende a los niños en
edades de 7 a los 14 años, es aquí donde los hijos se vinculan de forma más
directa con su entorno (en esta etapa la mayoría de niños ya se encuentran en
el proceso de escolarización), iniciando concretamente una interacción con la
realidad social, descubriéndose parte del tiempo fuera del núcleo familiar,
experimentando nuevas y diversas situaciones.
Fundamentos
del segundo septenio:
Confianza
(edad del no
retorno)
Una vez más, esta etapa requiere que formes a tus hijos
en base a las emociones y la razón, puesto que al finalizar el primer
septenio e ingresar al segundo; la interacción social (estar fuera de casa), es
una realidad que puede confundir a los hijos, que requieren de mayor cuidado,
atención y afecto por parte de sus padres.
Pasión (Obsesiones)
En esta etapa debemos encaminar a los hijos para que
puedan continuar explorando el mundo de manera que resulte beneficiosa para su
formación, estableciendo reglas claras que permitan reconocer aquellas
conductas no tan favorables para su desarrollo; ejemplo, limitar o dosificar el
uso de dispositivos móviles y videojuegos, ya que su uso en edades tempranas
puede ocasionar conductas obsesivas, las cuales resultan perjudiciales para la salud mental (pensamiento/ sistema de creencias y
emociones).
Valía (Identificación)
En esta etapa los hijos ya no buscan identificarse
con sus progenitores, sino con personas externas, en especial con su grupo etario;
Es decir, se des identifican de lo conocido (padres), para buscar identificarse
con lo no conocido (círculo e influencia social), siendo el precedente para la adolescencia.
Conexión (Atracción)
Aquí los niños experimentan grandes cambios, a nivel biológico,
psicológico y social, pues su cuerpo y mente se encuentran atravesando el
proceso de transición entre la niñez y la adultez, denominada adolescencia, la
cual inicia con la pubertad, donde los cambios corporales son más que notorios,
dando lugar al enamoramiento (los hijos están enamorados de sus propios cuerpos que están
cambiando, de sus nuevas apariencias y de sus nuevas habilidades para
relacionarse), finalmente a esta edad, a muchos adolescentes les surge el
interés en las relaciones románticas y sexuales.
Tercer
Septenio
Este es el último de los 3 septenios que comprende de
los 14 a los 21 años aproximadamente, y en el cual los padres deben buscar
formar integralmente a los hijos, pues en esta etapa se forma casi toda la personalidad consciente y subconsciente de los seres humanos, la
cual es la base para afrontar con o sin éxito la vida.
Fundamentos
del tercer septenio:
Confianza
(Encuentro)
Esta etapa resulta ser un escenario crucial para que
los hijos puedan confiar en sus padres, pues como ya sabemos el proceso de la
adolescencia trae consigo nuevas situaciones en las que los adolescentes quieren
estar presentes, y es precisamente allí que buscan a alguien a quien poder contarles
todo lo que se encuentran experimentando, y no necesariamente ese alguien suelen ser los padres. ¿Por qué? los padres poseen una visión limitada al creer que
sus hijos están más propensos a cometer errores que aciertos, limitando el
proceso de aprendizaje que se adquiere en la adolescencia y con ello la
confianza de sus hijos para con ellos.
No obstante, mientras más espacio busquen tus hijos
para encontrarse así mismos, más presente debes estar para poder guiarlos en los
momentos más difíciles de sobrellevar.
Pasión
(Vocación)
En esta etapa van existir varios momentos en que tus
hijos, van a necesitar de tu apoyo incondicional, pues casi siempre buscarán encontrar alguna actividad que despierte su interés y se empeñarán en conseguirla;
ejemplo, actividades relacionadas al deporte y al arte son las que más
despiertan el interés en los adolescentes, cuando esto suceda como padres
debemos estar predispuestos a enfrentar el reto junto a los hijos. ¡Ojo! Como
padres debemos ser conscientes que el no satisfacer esta necesidad de seguridad
y confianza en los hijos, hará que busquen refugiarse en lo que la actual sociedad
les ofrece (drogas, alcoholismo, videojuegos, redes sociales, etc).
Valía
(Identidad)
Esta etapa responde al valor personal, que se va
formando desde la primera infancia hasta llegar a esta etapa, es donde los hijos empiezan a cuestionarse sobre su identidad, ¿quién soy? ¿cuál es el sentido de
la vida?, ¿qué valores y principios defiendo?, y más aún ¿qué hacer de mi vida?,
y por lo general están a las puertas de elegir una carrera profesional, en lo cual la gran mayoría se encuentran confundidos, sin norte alguno y sin el
suficiente apoyo de sus padres.
Conexión
(Amor Propio)
Esta es la última etapa del tercer septenio, en donde los padres, que en lo posible supieron formar a sus hijos, van a evidenciar
el fruto de su dedicación, atención, cuidado y afecto, en función de formar en
sus hijos una personalidad sana y constructiva, donde se puede percibir
seguridad, confianza y amor propio que posee sus hijos para consigo mismos.
Debemos entender que, para que los hijos puedan formar
una Personalidad fuerte y conocer el
Amor propio, se hará posible siempre y
cuando sus progenitores estén dispuestos a Ser Padres Formadores; es decir, los
hijos van a responder a un entorno y a un contexto social concreto que sus padres
les puedan ofrecer más allá de su simple voluntad.
Rayan Muepaz
Psicólogo y Escritor
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