En ocasiones, la imagen creada de otra persona es
determinante a la hora de su persecución de objetivos. Unas expectativas positivas pueden lograr un
cambio de actitud de la persona y así, lograr lo que sea. Esto es
lo que se conoce como el efecto Pigmalión.
Apreciado lector, en este artículo abordaremos sobre
las expectativas que nos creamos sobre otras personas, siendo beneficiosas para su desarrollo personal.
¿Qué es el efecto Pigmalión?
El efecto Pigmalión en psicología y pedagogía se
conoce como la influencia que una persona puede ejercer sobre otra,
basada en la imagen que esta tiene de ella. Es decir, las ideas que otra
gente tiene sobre nosotros pueden influir en nuestro rendimiento, ya que se
tiende a confirmar la veracidad de estas expectativas creadas.
El efecto Pigmalión se puede identificar de las
siguientes maneras:
Hecho por el que una persona logra lo que se proponga
a causa de la creencia de que puede
conseguirlo.
“Profecía
autocumplida”, hecho
por el que una expectativa logra confirmarse porque incita a la persona a
comportarse de esa manera.
La valoración que tienen los profesores sobre sus
alumnos influye en el comportamiento de estos.
Origen del efecto Pigmalión
El efecto Pigmalión tiene su origen en un mito griego basado en la historia de un
escultor, Pigmalión, rey de Chipre. Su fracaso en la búsqueda incesante
de la mujer perfecta con la que casarse le llevó a esculpir en piedra figuras
de mujeres que reunían todas las perfecciones.
La belleza de una de las
esculturas consiguió superar sus propias expectativas, consiguiendo que se
enamorase perdidamente de su propia creación, a la que llamó Galatea. Al
despertarse de un sueño donde Galatea cobraba vida y eran felices como pareja,
Pigmalión se encontró a la diosa Afrodita.
La diosa del amor,
emocionada por el amor que Pigmalión sentía por Galatea, dio vida a la
escultura ya que consideraba que merecía la felicidad que él mismo había
creado. Así es cómo se hizo realidad su sueño.
La valoración aumenta la posibilidad de éxito
La relación entre una mayor
valoración y un aumento de la posibilidad de éxito se ha constatado en aulas,
donde la influencia que ejercen los profesores sobre sus alumnos es
determinante. Su rendimiento y su éxito en muchos casos queda condicionado por
las expectativas que cada profesor pone en el alumno.
Por eso, es muy importante
que los profesionales de este ámbito sean conscientes de la influencia que
generan. Lo mismo ocurre con los padres y sus expectativas sobre sus
hijos.
Si alguien considera que
somos capaces de alcanzar determinadas metas, está contribuyendo a que
generemos lo que se conoce como creencias potenciadoras, es decir, ideas
positivas sobre nosotros mismos, que nos animan y permiten alcanzar nuestros
objetivos y aumentan nuestro rendimiento.
Si la situación es la
contraria: una persona no percibe que confían en sus capacidades para alcanzar
aquello que desea, esto conseguirá un efecto negativo en su autoestima, generando
así unas creencias que tendrán un carácter limitante. Esto es lo que se conoce
como el efecto Pigmalión negativo o efecto Golem.
¿Qué es el efecto Pigmalión negativo?
Como ya hemos dicho, el
efecto Pigmalión negativo o también denominado efecto Golem, es
aquel que consigue un resultado nocivo. Es el proceso por el que una
persona condiciona a un tercero y consigue disminuir su autoestima,
creándole la idea de que no es capaz de hacer algo.
Este efecto ha sido
ampliamente estudiado por Rosenthal y Jacobson, quienes
descubrieron que en el campo educativo las expectativas del profesor
influían en el comportamiento de los alumnos, como ya hemos mencionado.
En su investigación,
Rosenthal y Jacobson observaron como los maestros clasificaban de
manera inconsciente a los alumnos, determinando, así, quién tenía
posibilidades de obtener buenos resultados y quién no.
Los investigadores vieron que las expectativas de los profesores a los alumnos sentados en primera fila
obtendrían mejores resultados que los de la última. Esta
expectativa se confirmó, ya que el alumno de la parte de atrás quedaba
olvidado, mientras que el de la primera fila estaba más estimulado e
implicado con la clase.
Así es como se demostró
que las personas tienden a cumplir los prejuicios que se tienen de
ellas. Mientras el alumno de la primera fila disfrutó del efecto Pigmalión,
el alumno de la última sufrió el efecto Golem.
En síntesis.
El efecto Pigmalión puede generar
cambios en la actitud de la persona para lograr lo que desea. Por eso, es
importante ser generadores de creencias potenciadoras hacia
los otros, al igual que hacia nosotros mismos. Ser consciente de la influencia
que provocamos en los demás y en nuestra propia autoestima, nos permitirá, a
nosotros y a los de nuestro entorno, conseguir todo aquello que deseamos.
Recibe
un abrazo de mi parte.
Psic.
Rayan Muepaz
Fundador
del Proyecto Nueva Psicología
Contactos:
Sitio Web: https://rayanmuepazrm.wixsite.com/website
WhatsApp: https://wa.link/5ipio5
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